miércoles, 23 de diciembre de 2009

La reeducación terapéutica de la escritura

Cada vez son más los niños que acuden a nuestra consulta con problemas de legibilidad en su escritura. Sus padres, preocupados, vienen a nosotros por que la mayoría de las veces los profesores se ven imposibilitados para entender lo que el niño ha escrito. Este es uno de los principales motivos por el que solicitan nuestros servicios.

El hecho de que la escritura no esté bien realizada y, por tanto, pierda su mayor componente como lenguaje de comunicación (su legibilidad) es muy importante por lo que conlleva: el niño se siente impotente ante el hecho de que no es reconocido en sus trabajos y exámenes, por no ser evaluado. Por una parte se le exige que haga mejor la letra, pero por otra nadie le dice cómo hacerlo, y su nivel de estrés y frustración personal aumenta por momentos.

Para intentar remediarlo, durante las vacaciones (que es cuando se supone que se tiene más tiempo) se aprovecha para inundar a los pobres crios con infinitos cuadernos de caligrafía (los siempre perdurables Rubio), pero lo único que se consigue es que el niño acabe odiando aún más el acto de escribir.

Existen en el mercado multitud de métodos y sistemas para reeducar la escritura. Libros y cuadernos de todos los tamaños y colores que van mostrando a través de dibujos, filigranas y ejercicios la manera de ir reeducando el gesto escritural. La mayoría de ellos sólo logran hacer trabajar la grafomotricidad e incluso la psicomotricidad fina, pero rara vez consiguen, sin la ayuda de un profesional al lado que oriente, cambiar la escritura.

Por nuestra parte siempre insistimos a los padres y a los profesores que no solo es un problema el que la escritura no se entienda, y que ésta muestre un nivel disgráfico importante. También existe, y así se les hace ver, lo que hay debajo de dicho grafismo, es decir, una personalidad con  múltiples problemas que igualmente habrá que corregir. La escritura es la punta de un iceberg, pero nunca debemos olvidar que es el fiel reflejo de lo que ocurre en la mente. Cualquier disfunción gráfica está irresolublemente asociada a una o varias disfunciones neurofisiológicas.

La escritura es algo vivo; no es un cadáver. Cuando vemos en un papel una escritura, estamos viendo el último acto, la consecuencia, de un gesto humano dotado de pensamiento, voluntad y acción. Esto es lo que la grafología estudia y analiza.

Pero si ponemos a una persona, o a un niño en concreto, un ejercicio que tiene que copiar varias veces con el fin de integrarlo en su psique para luego reproducirlo de modo natural, lo único que verá sobre el papel es un muerto, un gesto gráfico inerte y sin espíritu, del cual no sabrá captar nada más.

Ahora bien; si el gesto gráfico que se le muestra para reproducir lo ha visto hacer previamente al terapeuta, y éste le ha ido enseñando las diferentes fases para su creación, entonces sí captará el espíritu que  lo ha hecho posible, y sabrá mejor, sin duda, reproducirlo a su vez.

También existen en internet grafoterapeutas que realizan reeducaciones escriturales mandando ejercicios  impresos a las personas. De igual modo, si éstas no han visto escribir al terapeuta, difícilmente captarán la esencia del gesto a cambiar. Personalmente, no creo en las recetas escriturales, y sí en la terapia individualizada, donde ambos, terapeuta y paciente, son partes activas.

Hay muchos reeducadores de la escritura, pero la mayoría optan por enseñar ejercicios escriturales sin más, y no se trata solo de eso. Hay que transmitir a la persona que debe visualizar previamente el ejercicio en su mente, que debe aplicar su voluntad al acto en sí, haciéndole consciente de que ella será  la única que ubicará cada trazo y lo situará donde corresponda, parándose, moviéndose, manejando en todo momento el timón a lo largo de la línea, para acabar plasmando sobre el papel exactamente lo que quería plasmar. Ni más ni menos.

La persona acabará entendiendo que lo escrito es lo materializado de su idea previa, de lo que primeramente ideó en su mente y que luego supo crear. Si establecermos en ella como hábito esta relación directa (yo pienso algo, y luego yo creo exactamente lo pensado) habremos conseguido que esta persona  sea dueña de sí misma y que sepa lograr sin problemas cualquier propósito en su vida. Manejará con armonía y ritmo su escritura al igual que lo hará con su vida.

Por eso, desde nuestro punto de vista, siempre hablamos de reeducación TERAPÉUTICA de la escritura, ya que no se trata solo de reeducar o modificar una escritura si no de algo más: de devolver a su dueño las riendas sobre su vida

4 comentarios:

Lautaro T. dijo...

Saludos desde Argentina. Soy Grafologo, me intereso tu nota. Espero establescamos contacto. Abrazo

Gorka FL dijo...

Me parece muy interesante esta publicación. Esa cercanía, acompañamiento, entendimiento y búsqueda de soluciones, firme, ceder, la valoración positiva, y la paciencia.

Gracias, gusta encontrar cosas así.

Unknown dijo...

Fernando, muchas gracias; muy inspirador tu blog. Eventualmente hago ejercicios de grafología con mis estudiantes (soy profesora de ortografía y trabajo con adolescentes). Trataré de hacerlo más seguido y de reforzar las conexiones que destacas, aunque evidentemente no soy una experta en la materia...
¡¡¡Muchas gracias de nuevo!!!
Laura.

Anónimo dijo...

Al comentario de Lautaro T. Con todo el respeto que se merece, si es Grafólogo ¿cómo es que escribe "establescamos"? (lo correcto es: "establezcamos").

El artículo es muy interesante. Me gustaría leer más sobre el tema.

Saludos.
Ana Frank.