Acaba de salir publicado el libro "Manual de Experto en Grafística y Documentoscopia", de Luis Rivero López, Presidente de la Sociedad Española de Peritos Calígrafos (SEPC) y Vice Presidente de la Federación Española de Expertos en Análisis Documental (FADE).
He tenido el privilegio de poder escribir la "Introducción" del libro a petición de su autor, buen amigo y compañero en estas lides. Os reproduzco a continuación la misma.
Para quién esté interesado en hacerse con un ejemplar del libro, puede pedirlo a través del correo de la SEPC: sepcj@yahoo.es o de su web: www.sepcj.es
La Pericia Caligráfica no es una técnica ni
mucho menos reciente. Al contrario, se podría decir que nace casi a la vez que
la propia escritura, cuando alguien decidió manipular por primera vez algo que
ya estaba escrito.
El experto en escrituras y documentos actual
no puede conformarse con ser como hasta ahora viene siendo lo habitual en la
mayoría de los profesionales ejercientes, un mero analizador de letras.
Los documentos que día a día analizamos son
cada vez más complejos, precisamente por que lo son también los elementos que
se usan para escribir. Antiguamente, la tinta utilizada era procedente de una
pluma, muchos de los trazos de un simple lapicero, los documentos eran
mecanografiados mediante máquinas manuales... Hoy, sin embargo, hay infinidad
de instrumentos escribientes y soportes donde escribir: bolígrafos y
rotuladores de todo tipo, y con todo tipo de tintas, bolígrafos que ya ni
siquiera usan tinta para plasmar los trazos, textos impresos a todo color mediante
impresoras con calidad fotográfica, se escribe y se imprime en multitud de
tipos diferentes de papel, se pueden escanear y fotografiar documentos con una
absoluta calidad, que luego pueden ser impresos con tal perfección que el ojo
humano no es capaz de detectar si un grafismo es una reproducción o un
original, etc.
Esto es con lo que el Perito Calígrafo de hoy
día se enfrenta. Por esta razón, ya no vale con ser un simple analizador de
grafismos.
El profesional actual debe ser sobre todo un
experto en Grafística y en Documentoscopia, y por ello en este libro su autor
nos introduce plenamente en ambas disciplinas por igual, consciente de que una
preparación amplia y una práctica continua, van a permitir al perito de hoy día
ser capaz de detectar cualquier tipo de falsificación.
El gran problema que tenemos en España es que
esta profesión no está regulada como tal, siendo libre el acceso a la misma, y
de igual modo, tampoco existe una enseñanza reglada que pudiera ofrecer una
formación rigurosa y completa. A cambio, multitud de centros privados y
universidades, imparten titulaciones propias con diferencias abismales en sus
metodologías y en su número de horas docentes. Esto ha provocado que en la
actualidad estén ejerciendo en España, por ejemplo, Peritos Calígrafos que trabajan
con poco más que una lupa, y otros que sin embargo, tengan a su disposición
laboratorios de criminalística documental del más alto nivel científico.
Es también esencial que el profesional
utilice unos protocolos de actuación en todos sus trabajos de investigación. No
debemos conformarnos con que nos digan que el objeto de la pericial sea si una
firma fue hecha por una persona o no. Antes de acometer el estudio grafonómico
de las firmas indubitadas y dubitadas, deberemos examinar todo el documento cuestionado
por si pudiera haber sido objeto de alguna manipulación. No sería la primera
vez que un perito elabora un completo y extenso informe concluyendo que una
firma es auténtica de una persona, y por no haber seguido un sencillo protocolo
de actuación en su análisis documental, utilizando por ejemplo simples medios
ópticos de aumento, no haberse dado cuenta de que el grafismo era una
reproducción de muy buena calidad...
Por tanto, comencemos por estudiar el
documento completo, y para eso es necesario poder contar con el original, claro
está, a través de lupas y microscopios para verificar que son grafismos
originales, examinando el estado papel y de las tintas presentes para descartar
borrados mecánicos y químicos, posibles agregados o retoques, dobles surcos,
etc., mediante radiaciones lumínicas a diferentes grados de incidencia y con sus
correspondientes filtrados. Una firma puede ser cuestionada, pero a lo mejor el
problema no está en ella, si no en el propio documento en si.
Debemos igualmente hacer hincapié no solo en
la preparación continua y constante que el experto documental actual tiene que
tener, si no del mismo modo también en que debe poseer un laboratorio técnico
provisto de instrumental que le permita realizar análisis multiespectrales con los
que poder discriminar tintas y así poder fotografiar y evidenciar las
falsificaciones que existan. En caso contrario, si no se insiste mínimamente en
dotarse de este instrumental científico, el Perito Calígrafo será como un
dentista que únicamente sabe arrancar muelas con unas tenazas. Imagínese el
lector la escena, entrando en la consulta de un odontólogo, y que éste solo
tenga como instrumental una silla de comedor, un flexo como única luz para
iluminar la boca del paciente, y unas tenazas. ¿Confiaría en este profesional? ¿Cree
que sería capaz de detectar exactamente cuál es su problema dental? ¿Estaría
seguro de que le va a ofrecer una solución fiable y concluyente a su problema?.
Esperemos que de aquí a unos años este
panorama vaya cambiando, y la propia Administración se percate de que es
imprescindible regular el acceso a esta profesión y su forma de ejercerla.
Desde algunas Asociaciones de Profesionales existentes, unidas además dentro de
una Federación Nacional, ya se están aunando esfuerzos para ello, y para que
así en un futuro no muy lejano, este deseo llegue a hacerse realidad.
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