Hoy hace dos años que Joaquín nos dejó. De repente, en silencio, sin hacer ruido. Ninguno de los que le conocíamos sabía de su enfermedad. Fue algo relativamente rápido, cuestión de pocos meses, pero lo mantuvo para él, secretamente.
Hace dos años recibimos un mazazo tremendo, los que le queríamos y apreciábamos. Destacó siempre por su valor, por su capacidad para defender por encima de todo su método y sus creencias, por no tener ningún problema en estar en el lado de los perdedores (o eso creen algunos), cuando siempre es más fácil apuntarse al carro de los ganadores (o eso creen ellos) como hacen la gran mayoría (qué fácil resulta manipular y dirigir a las masas, sobre todo sin que se den cuenta de ello).
Yo le conocí en el año 1991 en Madrid, y desde entonces me brindó su amistad. Fueron muchas las ocasiones en que hablamos, y siempre me lo encontraba con su espíritu incansable, dispuesto a recorrer toda España y medio mundo, con tal de revelar sus descubrimientos. No entendía que otros grafólogos no quisieran saber nada de ello. Ni tan siquiera acercarse a su método, aunque solo fuera por el espíritu investigador que se supone que todos llevamos dentro. En cambio, fue rechazado constantemente, criticado por muchos que ni siquiera sabían de lo que hablaban. La ignorancia sumada a la inquina.
Mi última conversación con él fue durante el mes de agosto de 2006. El ya sabía de su enfermedad y de que le quedaba poco, pero en ningún momento sus palabras transmitieron pesar de tipo alguno; al contrario, su ímpetu permanente e ilusionante brillaba como siempre en su voz.
Por eso el golpe fue aún mayor, cuando nos enteramos de que había emprendido su último viaje sin decirnos a los que le queríamos que tenía el billete comprado hacía tiempo.
En 1993 también se nos fue de igual modo, rápido y ligero de equipaje como diría el poeta, nuestro común maestro Vicente Lledó. Fue otro mazazo para mi.
Los dos se fueron antes de tiempo. Sin duda. Muy pronto. Todavía les quedaba mucho por hacer. Pero la vida se comporta a veces así, de forma cruel, dejándonos sin los mejores.
Hoy te quiero recordar, amigo Joaquín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario